¹ Aclamad al Señor, tierra entera,
²    tocad en honor de su nombre,
    cantad himnos a su gloria;
³ decid a Dios: «Qué temibles son tus obras.
⁴ Que se postre ante ti la tierra entera,
    que toquen en tu honor,
    que toquen para tu nombre.
⁵ Venid a ver las obras de Dios,
    sus temibles proezas en favor de los hombres.
¹⁶ Fieles de Dios, venid a escuchar,
    os contaré lo que ha hecho conmigo.
²⁰ Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica,
    ni me retiró su favor.

    Himno y canto de acción de gracias en el que se alaba a Dios por sus obras en favor de los hombres. Se recuerda expresamente la liberación de Egipto, el paso del mar Rojo y el paso del río Jordán, comienzo y final del éxodo. Esas obras admirables deben ser motivo de respeto y admiración y deben convocar a todos para entonar juntos himnos de alabanza. Porque hay un hecho que debe ser causa de alegría: el mundo está gobernado por un Dios liberador.
    El que ha sido beneficiado por la acción de Dios se siente impulsado a dar testimonio ante todos de tal hecho.
    El salmo termina con la expresión de la confianza del orante que cuenta con que Dios no le retirará su favor a quien agradece el que su oración haya sido escuchada.