Domingo 26º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Salmo responsorial: Salmo 18[19],8.10.12-14
Texto |
8 La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante; 10 la voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos; 12 Aunque tu siervo vigila para guardarlos con cuidado, ¿quién conoce sus faltas? 13 Absuélveme de lo que se me oculta, 14 preserva a tu siervo de la arrogancia, para que no me domine: así quedaré libre e inocente del gran pecado. |
Notas |
Himno de alabanza Dos motivos mueven al salmista a entonar un himno de alabanza: la creación y la ley. El orden de la naturaleza (vv. 2-7) y el de la comunidad humana (vv.8-11, seleccionados para la liturgia de este domingo) proceden de Dios a quien hay que reconocer, agradecidos, su grandeza y su gloria como autor de tal orden. El funcionamiento de la naturaleza es, en sí mismo, un himno silencioso que proclama la grandeza de Dios; la experiencia del salmista muestra que el cumplimiento de la ley de Dios, lejos de anular la libertad del hombre, le produce una interna y serena armonía, es causa de una profunda y plena paz. Finalmente (vv.12-14) el salmista pide a Dios perdón por sus posibles faltas y ayuda para no volver a cometerlas; implícita en la petición del perdón se encuentra el reconocimiento del atributo esencial del Señor: su misericordia. El salmista termina suplicando a Dios que acepte su actitud, la que se refleja en su oración. (15). |