Domingo 30º del Tiempo Ordinario
  
 Primera Lectura: Eclesiástico 35,15-17.20-22a
   
          | Texto | 
    |   14 No lo sobornes, porque no lo acepta,no confíes en sacrificios injustos;
 15 porque es un Dios justo
 que no puede ser parcial;
 16 no es parcial contra el pobre,
 escucha las súplicas del oprimido;
 17 no desoye los gritos del huérfano
 o de la viuda cuando repite su queja;
 18 mientras le corren las lágrimas por las mejillas
 19 y el gemido se añade a las lágrimas,
 20 sus penas consiguen su favor
 y su grito alcanza las nubes;
 21 los gritos del pobre atraviesan las nubes
 y hasta alcanzar a Dios no descansan;
 no ceja hasta que Dios le atiende,
 y el juez justo le hace justicia.
 22 Dios tampoco dará largas.
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    | Notas | 
    |     Ésta es la justicia de Dios; éste es peculiar modo de ser juez del Señor de Israel: no es un Dios neutral, precisamente porque no es parcial. Mantenerse neutral ante la desigualdad, la injusticia o el abuso de los poderosos sobre los oprimidos sería ponerse del lado de los que poseen la fuerza y atropellan a los débiles. Dios es justo juez precisamente porque toma partido en favor de los que no pueden defenderse por sí mismos, asumiendo él su defensa, siendo él su -única- justicia. Porque no es neutral, es justo; porque no es parcial, hace justicia en favor del pobre. La justicia que Dios quiere, es lo contrario a la que defienden los malvados en el libro de la Sabiduría: «Atropellemos al justo que es pobre, no nos apiademos de la viuda ni respetemos las canas venerables del anciano; que sea nuestra fuerza la norma de la justicia, pues lo débil, es claro, no sirve para nada.» (2,10-11).
 La neutralidad, la equidistancia, en este mundo injusto, no es imparcialidad: es complicidad con la injusticia.
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